PERSONA TÓXICA: ¿A QUÉ NOS REFERIMOS?

Artículo de opinión por: Ángel J. García.

Brevísima definición de persona tóxica

Una persona tóxica es aquella que causa diversidad de conflictos en nuestra vida, altas dosis de negatividad, desequilibrio y malestar.

Cerca de alguien con personalidad tóxica, es probable que puedas sentir mucho estrés, incomodidad e incluso dolor emocional debido a sus actitudes.

Víctimas y perjudicados

Sin ánimo de dramatizar en exceso, podemos decir que son tóxicas aquellas personas que no han madurado emocionalmente. Imperan en ellos la inseguridad y el egoísmo.

Necesitan la proximidad de cierto tipo de gente, empáticos para más señas, para entablar una relación absorbente que les permita descargar sus frustraciones.

Así convierten, bueno, mejor dicho: intoxican a su víctima convirtiéndola en una suerte de terapia particular y económica, invadiendo sus límites. Se centran de este modo en sus defectos y en aquellas partes negativas de su víctima que creen percibir, para compensar sus propias carencias e inseguridades, y sentirse mejor consigo mismas.

Sus damnificados, tras la relación con el individuo tóxico, sufren emociones negativas, agotamiento, ausencia de alegría, energía consumida…

Cuando después de estar con alguien nos sentimos estresados, frustrados o aliviados al quedarnos solos, estamos ante una persona tóxica. Al menos para nosotros.

En ocasiones hacen cosas por su víctima; pequeños favores escondiendo un interés personal que tratan de cobrar en el futuro (“yo te hice este favor, ahora te toca a ti”). Suelen asfixiar a sus ¨objetivos¨ para que actúen en una dirección, aunque no les apetezca. Sobrepasan los límites. Además, esperan que esas personas estén siempre dispuestas a ayudarles en todo lo que necesiten.

No asumen su responsabilidad: culpan de todo a su víctima o a circunstancias externas. Desahogan su frustración, tristeza y pesimismo en la primera presa accesible que encuentran, sembrando dudas sobre sus aptitudes. Son incapaces de apreciar logros ajenos.

Emiten juicios con insistencia, desdeñando los sentimientos de sus víctimas ya que fingen escucharlas y en caso de que estas precisen de apoyo emocional, no se lo prestarán; más bien al contrario: tratarán que ese estado anímico del otro perdure para su propio regocijo.

¿Por qué son tóxicos?

No existe una única causa que pueda explicar el fenómeno. Etiquetarlo como un todo es un error ya que como en cualquier aspecto de la vida, hay graduación, intensidad o frecuencia. Sin embargo, podríamos destacar elementos tales como una baja autoestima, depresión encubierta, apegos excesivos, visión negativa del mundo real, ansiedad sin un control efectivo, déficits en posibles dimensiones, baja tolerancia a la frustración o creencias limitantes y rígidas.

¿Cómo sabemos si una persona es tóxica?

Buscando la amenidad, brevedad y una cierta dosis de relativismo y humor, destacamos estos dieciocho puntos:

1º Provocan emociones desagradables en nosotros.

Si no nos sentimos tranquilos en su compañía. Si su presencia nos incomoda, nos cohíbe, no nos mostramos 100% naturales ante ellos…, estamos ante un tóxico.

2º Se quejan de casi todo.

Están de continuo molestos por ¨eso¨ que no pueden hacer y ni siquiera han probado a intentarlo por temor al fracaso, que suele ser recurrente en su vida. Su foco suele estar centrado en el problema y rumian de manera constante sobre ello.

3º Son muy negativos.

4º Se muestran como víctimas.

Jamás tienen la culpa de nada ni es su responsabilidad. Atribución externa de todo lo malo. Sus problemas o preocupaciones siempre están por encima de las del resto y obligan a los que consideran suyos a atender todas sus necesidades, por banales que sean.

5º Son pasivos.

No arriesgan por miedo, por vergüenza, etc. No prueban nada diferente y nunca son fuente de inspiración. Les molesta que otros lo hagan y tienden a desvalorizarlos.

6º La envidia está muy presente.

Suelen criticar y envidiar lo que los otros han alcanzado. No pueden evitar anhelar y desearlo pero en público tienden al menosprecio del objeto o sujeto ansiado (en la sombra).

7º Siempre están hablando de lo mal que lo han pasado.

Ellos siempre lo han tenido peor que tú. Complicada su vida, sencilla la tuya…

8º Se sienten bien cuando las personas que les rodean se unen y comparten sus quejas. Contentos y relajados, valoran a quienes se adhieren a sus juicios y observaciones.

9º Son personas egocéntricas

El “yo” está presente en sus discursos. Al escucharlos observamos monólogos extensos: hablan de ellos o de las personas por las que sienten afecto. Su verborrea resulta excesiva y negativa. Interrumpen de forma constante para que no se corte su propia historia, alimentando y agrandando su narración, y su ego. Minimizan y simplifican la problemática que desplace el foco de atención de su persona.

10º Por naturaleza son cotillas.

Crean y dan vida a posibles rumores. Se muestran arrogantes y prepotentes. Parecen saber de todo y creen ser superiores a los demás.

11º Tergiversan la realidad; la distorsionan, la ocultan y mienten.

12º Tienden a juzgar a nada más conocer a las personas .

Esto es un error mayúsculo y sin saber ni tener información objetiva. Se basan en sus propios prejuicios, ideas preconcebidas e intereses propios.

13º Les gusta manipular para satisfacer sus necesidades.

14º Son saboteadores natos.

Capaces de declaraciones del tipo de ¨no lo vas a conseguir¨ o ¨esa persona no es para ti¨…, sabotean ilusiones, planes, objetivos que ellos ni de lejos se plantean. No se ven capaces.

15º Cero en autocrítica

Les cuesta asumir sus errores, o reconocer que se han equivocado. No se detienen en analizar las situaciones que ellos mismos han provocado.

16º Son infelices.

Percibirás a poco que te fijes en ellos, un aura de infelicidad. Les cuesta disfrutar, se frustran, la envidia no deja pasar página, están pendientes de los otros, tratan de aparentar, se comparan, juzgan, critican…, les falta ese tacto y empatía que su propio ego no deja salir…

17º Encuentran sentido a su vida en los conflictos.

18º Creen estar muy lejos de ser tóxicos.

¿Cómo protegerse de una persona o relación tóxica?

Si es posible, la mejor recomendación es cortar la relación de la mejor manera, hablando sobre lo que nos molesta de forma abierta y asertiva, marcando nuestros límites. Expresándote así su tendencia será la evitación. Buscará nuevas víctimas en donde anidar su toxicidad. Si no podemos por las buenas, habrá que alejarse de su círculo de influencia. Estas personas sólo intoxican a quien pueden, no a quien quieren.

Neguémosles el acceso a nuestra intimidad, sin hacer caso de sus comportamientos u opiniones subjetivos. Procura no darles importancia y no entres en su juego de desdichas y malestar. Recuerda que lo tóxico se contagia aunque carezca de una lógica objetiva.

Conclusiones finales

Ten en cuenta -por favor- que detrás de todas estas personas o relaciones que llamamos ¨tóxicas¨ suelen esconderse miedos, frustraciones o vivencias infantiles que han dificultado un desarrollo óptimo de la persona.

Protégete de la negatividad que desprenden, ya que no es obligación tuya transformar ni su actitud ni sus comportamientos. Si esa ¨toxicidad¨ conlleva maltrato, no debes quedarte inmóvil. Has de actuar de la forma más conveniente, tras un asesoramiento adecuado.

Mi sugerencia: que reflexiones sobre estas personas o relaciones, no tienes por qué comprenderlos si no lo han hecho contigo, o más bien si no te han tratado como mereces; no obstante, piensa que son diferentes en ciertos aspectos, ni mejores ni peores…

No sirve a tu bienestar emitir un juicio rápido como ellos hacen. Mejor ser comprensivo y respetuoso a la hora de nombrarlos o etiquetarlos como tóxicos. Sería más correcto hablar de relaciones tóxicas, porque ningún ser humano es intrínsecamente tóxico. Son las vivencias y la genética las que determinan la personalidad.

Toda persona puede evolucionar (debería) y permitir que sus actos pasen de tóxicos a nutritivos. Será posible si se hace consciente del origen problemático de su comportamiento, y se propone la determinación de cambiar.

En caso contrario continuará provocando el sufrimiento de los demás, y el suyo propio.

Ángel J. García www.angeljgarcia.com

-Graduado en Educación Social y Pedagogía (UNED)

-Máster en Coaching, Inteligencia Emocional, y Programación Neurolingüística (UEMC)

-Máster en Neuropsiología Clínica y Neuropatologías (Universidad Internacional Argentina)

-Técnico Especialista en Psiquiatría (Universidad San Jorge)

-Experto en Diagnóstico y Desarrollo de la Alta Capacidad Intelectual (UNED)

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