La Font de la Figuera, una de les poblacions testic d’un dels majors nombre d’afusellats republicans durant la postguerra, 33 en total, va acollir dissabte un acte d’homenatge que va comptar amb especialistes en aquest període de temps.
Entre els ponents destacaven arqueòlegs, com el que va dirigir els treballs d’exhumació de la fossa 113, Miguel Mezquida.
Després de dinar, tot els participants assistiren al cementeri municipal, on es va celebrar una emotiva ofrena floral en memòria dels morts en el monument dedicat a tots ells.
Des de l’Ajuntament, tant la regidora de Cultura, Verónica Reyes, com l’alcalde, Vicent Muñoz, afirmen no oblidar tampoc els nombrosos fontins republicans que es vans salvar de l’afusellament, però no de l’empresonament durant anys.
Hay que ser muy sinvergüenza para dedicarse a homenajear a los fusilados por los nacionales y omitir en el homenaje a los más de 120 asesinados -según Montero Moreno- por los milicianos rojos en la zona de Fuente la Higuera, Almansa y Caudete, máxime cuando, posiblemente, entre los fusilados por Franco hubiera asesinos de otras personas que, además, no podían estar complicadas de ninguna manera en el Alzamiento. Los fusilamientos de católicos, religiosos, sacerdotes o personas sospechosas de ser desafectas al gobierno rojo se realizaban muchas veces fuera de la población donde vivían las víctimas, para evitar problemas con los vecinos. De esta manera, en término de Fuente la Higuera se realizaron asesinatos de personas de Caudete o Almansa, y al revés-. Una maestra y cinco mujeres de Acción Católica de Caudete, por ejemplo, fueron fusiladas por los milicianos en Almansa. No podían ser «franquistas», porque en septiembre de 1936, cuando fueron fusiladas, Franco ni siquiera era Jefe del gobierno de Burgos). La cuestión es que eran personas que debían morir por voluntad de los comités revolucionarios y las Casas del Pueblo, por el crimen de ser católicas y, por tanto, no ser revolucionarias. Otra caudetina, Florencia Caerols, obrera y presidenta del sindicato católico femenino, fue fusilada aquí cerca -en el Pont dels Gossos- por miembros del Comité Revolucionario de Xátiva.
En Fuente la Higuera, concretamente en la entonces finca de Manuel Soler, fueron asesinados el 5 de agosto de 1936 los agustinos Gabino Olaso Zabala, José Pérez de Celis, Victor Gaitero González, Anastasio Díez García, Ángel Pérez Santos, Cipriano Polo García, Emiliano Camino Noval, Felipe Barba Chamorro, Ubaldo Revilla, Luciano Ramos y Luis Blanco. Pertenecían al convento de Caudete, la llamada Casa Enfermería. Los milicianos, comunistas de Onteniente, lograron que les entregaran a los once agustinos para matarlos. Amador del Fueyo, en su libro sobre los mártires agustinos, reproduce el testimonio de un labrador que vio los hechos:
«A eso de mediodía, sentí ruido de camión por la carretera de Valencia. Poco después se detenía junto al camino de carros al servicio de las tierras. Vi que bajaban del camión once personas en traje seglar, todas ellas desconocidas para mí. Les mandaron subir por el camino, y uno tras otro fueron subiendo cosa de doscientos metros, hasta la primera curva, donde hay un ribazo de un metro de altura. Los colocaron en semicírculo, y uno de los asesinos vino hacia mí para decirme que me retirase, porque iban a ejercitarse en tirar al blanco. Obedecí prontamente, y me puse al acecho tras unos árboles próximos. Oí entonces que uno de los religiosos, no sé quién, dijo poco más o menos: «Ánimo, padres y hermanos, Morimos por Dios y por ser lo que somos. ¡Viva Cristo Rey!» Sonó al punto una descarga y vi rodar a los once. Todavía dijo uno, quizá el mismo: «Bendigamos esta tierra, que se riega con sangre de mártires». «¿Todavía habla?» dijo uno de los asesinos, y le dio un tiro en la cabeza. Algunos de los pedazos del cráneo llegó hasta cerca de mí por encima del camino». Los cadáveres fueron enterrados en el cementerio de Fuente la Higuera, aunque probablemente no hayan recibido el homenaje de los participantes de estas Jornadas de la Memoria Histórica en su visita al camposanto municipal.
En estos actos sectarios se homenajea a unos -muchos de ellos chequistas y criminales de guerra- y se borra la memoria de los otros. Son el expediente habitual de una política podrida, de un afán mendaz para cambiar la Historia, llamándolo, para mayor escarnio de la verdad, «memoria histórica». Mi desprecio y repulsa a los politiquillos de medio pelo que dedican el dinero público a estas jornadas sectarias, donde la vida de unos vecinos no vale tanto como la de los otros, y donde el objetivo principal es exaltar al Frente Popular y al comunismo, el socialismo, el anarquismo y el nacionalismo, porquerías ideológicas de siglos pasados, siempre asociadas a la miseria y el terror.