El Archivo Municipal incorpora casi 400 imágenes del fotógrafo Alfredo Sanchis Soler

El Archivo Municipal incorpora casi 400 imágenes del fotógrafo Alfredo Sanchis Soler. Ayer, en el Museo de Bellas Artes, ha tenido lugar la firma del acuerdo en virtud del cual, el Archivo Municipal de Xàtiva recibirá una colección de 374 imágenes del fotógrafo artístico Alfredo Sanchis Soler (Valencia, 1930 – Ontinyent, 2008), dedicadas al Macizo del Caroig. La colección quedará depositada y a disposición de los estudiosos e investigadores.

museo-fotos-4El conjunto de 374 imágenes que constituyen esta serie se realizó entre la primavera de 1987 y el final de 1988. Se centra en los diversos territorios de las sierras del Caroig abarcando términos municipales muy diversos,

Ayora, Enguera, Moixent, las localidades de la Canal de Navarrés y también de la Vall de Cofrents. El autor tenía entre 57 y 58 años cuando las realizó. Esta serie constituye un documento de gran valor a disposición de los investigadores de nuestro pasado, de la vida, la arquitectura y la cultura material de uno de los territorios menos conocidos de Valencia.

La historia de las sociedades occidentales ha sido una historia del medio rural. Nuestros antepasados han vivido durante miles de años en entornos agrarios y forestales de tal manera que no se puede percibir con exactitud el carácter de las sociedades europeas sin tener en cuenta su pasado rural. Hoy, inmersos en el s. XXI vivimos en entornos fuertemente urbanizados en un proceso de largo alcance que comenzó a
acelerarse en gran parte del continente desde las décadas finales del s. XVIII y en España, desde bien entrado el XIX.
Archivo-fotos1Nuestro pasado como sociedad agraria todavía se puede rastrear en el paisaje. Donde hoy vemos explotaciones agrícolas muy mecanizadas o granjas dedicadas a la producción intensiva de ganado, hubo algún día más o menos lejano masías, alquerías y pequeñas agrupaciones de casas, los caseríos. Donde hoy vemos montañas descarnadas, hubo tiempo atrás bosques tupidos y redes hidráulicas siempre aprovechadas. Hoy en día,
las transformaciones producidas en el paisaje por el cambio en el sistema productivo europeo son especialmente visibles en Valencia, un territorio y una sociedad divididos y enfrentados en numerosos aspectos.
La lengua, la identidad…y también el paisaje. De las pobladísimas comarcas costeras, de la llanura litoral, de las áreas industriales a un interior fronterizo con Aragón y Castilla desamparado por la demografía, solitario y deprimido, destacando en este panorama el macizo del Caroig como el gran desierto valenciano, tal y como Cavanilles lo describió en el XVIII.
museo-fotos-3Las vidas de los valencianos del interior han cambiado generación tras generación de forma rápida y nunca equilibrada. Producto de estos cambios apareció la emigración masiva en los años 60 del pasado siglo hacia las áreas urbanas donde familias enteras buscaban mejores condiciones de vida. El campo, los bosques y un modo de vida configurado durante siglos quedaron atrás, abandonados y sin ninguna gestión responsable. En el caso de las sierras del Caroig, donde confluyen dos de los grandes sistemas peninsulares, el Ibérico y los plegamientos Penibéticos, una densa red de poblamiento rural, que hasta entonces cubría los diversos ecosistemas de esa zona se quedó despoblada en pocas décadas. Hemos perdido numerosos testimonios de las formas de vida en ese medio concreto, ya han muerto muchos de quienes allí vivieron y jamás podremos tener más que las incertezas de los historiadores y de los antropólogos para reconstruir ese hábitat donde lo humano y lo natural convivieron durante siglos. Por eso la colección fotográfica que
constituye el núcleo de este trabajo tiene mucho de reivindicación de un pasado que probablemente no volverá además de un enorme valor artístico por sí misma.

fotos-museo-6Las imágenes que componen esta panorámica sobre la vida rural en el macizo del Caroig fueron tomadas por un fotógrafo valenciano de prestigio, Alfredo Sanchis Soler, lo que representa un gran valor añadido a la colección. Ésta tiene su origen en el legado del autor que la familia desea poner en conocimiento y a disposición de la sociedad.
No solo se documentan espacios humanos y naturales sino que también el autor aportó su experiencia y saber hacer, tal y como es fácil de apreciar en las fotografías. Por ello, el conjunto que se deposita para su conservación y consulta en este Museo de Bellas Artes encuentra plenamente justificada su ubicación.

EL AUTOR.
Alfredo Sanchis Soler (Valencia 1930-Ontinyent 2008 ) fue un fotógrafo valenciano de fuerte personalidad artística. Su familia se dedicó al comercio y en ese ambiente que marcó su trayectoria laboral, se crio Alfredo Sanchis, dedicando todo su tiempo libre a cultivar la Historia y la Fotografía, lo que ahora se podrían describir como aficiones aunque lo que realmente hacía era intentar satisfacer su enorme curiosidad por el mundo en que le correspondió vivir. De formación autodidacta, su trayectoria pública como fotógrafo comenzó a los treinta años, cuando consiguió el segundo premio en el Salón Nacional del Foto-Club Valencia en 1960. Cabe señalar como anécdota sobre su carácter que no se
identificó en el momento de la manifestación del jurado. Nos encontramos por lo tanto, ante un autor centrado en los contenidos y en su trabajo, poco amante de las vanidades a las que cualquier artista se ve tentado con frecuencia.
museo-fotos-2Participó de forma selectiva en diversos concursos fotográficos de ámbito nacional. Ésta era la única salida para los fotógrafos españoles del tardofranquismo, el único sistema para poder dar a conocer sus obras en un contexto materialmente pobre y en el que elementos conservadores intentaban mantener concepciones tradicionalistas sobre las imágenes en
contraste con los planteamientos de una nueva generación de creadores como Leonardo Cantero, Gabriel Cualladó, Joan Fontcuberta y el propio Alfredo Sanchis.
Fueron diversos sus éxitos en los concursos a los que presentó obras, en 1962 en el Negtor de Barcelona, en 1963 en certámenes celebrados en Alzira, Valencia, Terrasa, Guadalajara y Sant Adrià del Besós. Desde esos momentos inicia una carrera de éxitos que le proporciona premios anualmente en todos aquellos concursos fotográficos a los que presenta sus obras. Destacan en esta trayectoria el premio de honor en el certamen de Burriana de 1966 o el primer premio del IV Salón Nacional de Fotografía en Color de 1971 o los diversos premios que obtuvo en el concurso “Abeja de Plata” de Guadalajara en 1965 y 1971 o el premio de honor en ese mismo concurso en 1966, el único año en que tuvo carácter internacional siendo denominado “Abeja de Oro” por este motivo. Posteriormente, tuvo ocasiones para mostrar sus trabajos en exposiciones fuera del ámbito español en Praga y Viena. Hacia 1974 la actividad pública de Alfredo Sanchis se encontraba en su cénit, era en esos momentos un autor reconocido dentro y fuera de España, con un palmarés en premios que lo certificaban como uno de los más importantes representantes de la nueva fotografía española.
fotos-museo-5Al margen de la evolución fáctica de la carrera del autor, uno de los rasgos más significativos de su personalidad fue el personalismo en su concepción del arte visual. La confianza y el convencimiento que Alfredo Sanchis mostró en su quehacer pudieron provenir de su formación autodidacta y de su capacidad de experimentación, sin olvidar el apoyo y la complicidad que su esposa Amparo Montesinos, con la que había casado en 1957, mostró siempre hacia su trabajo.
La relación de Alfredo Sanchis con las sociedades fotográficas tuvo con frecuencia un componente de cierto distanciamiento lo que le llevó a formar la agrupación “EL Forat” junto a otros autores como Enrique Borredà, Pascual Martínez, José Segura y otros. Los autores de este grupo informal reivindicaron la experimentación y la necesidad de hacer
avanzar la fotografía española sustrayéndola del realismo tan agradable al régimen. Desde una posición minoritaria, Alfredo Sanchis y sus compañeros de “El Forat” fueron pioneros en la apertura de la fotografía española de las décadas finales del franquismo a corrientes
experimentales de origen europeo que en muchas ocasiones, se vinculaban a la plástica de las vanguardias pictóricas del período de entreguerras.
Hacia 1974, coincidiendo con las transformaciones de la sociedad española previas al fin del régimen franquista, el mundo de la fotografía artística sufre un proceso de profesionalización. En este momento, Alfredo Sanchis quien vivió la prolongada dictadura desde una posición de resistencia antifranquista, decide retornar a sus orígenes y mantener su relación con el arte dentro del ámbito privado. Poco a poco, se retiró de concursos y certámenes sin dejar por ello de crear. Pero quedó su obra publicada y su huella en el panorama fotográfico español.
Prueba de ello es que hoy en día existen fotografías suyas en diversas exposiciones permanentes en museos de prestigio como el Reina Sofía de Madrid o el IVAM valenciano. También el abundante material publicado en catálogos de concursos testimonia su presencia en uno de los periodos más complejos y difíciles para cualquier artista en España: las décadas de los años 60 a 80 del s. XX, justo el que le tocó vivir.
Su concepción del arte visual y de la plástica fotográfica se basó en la experimentación partiendo de unas bases determinadas. No pretendió realizar transformaciones de la realidad -y en este sentido, podemos comprobarlo en la serie de imágenes que realizó sobre el macizo del Caroig- sino descubrir, como él mismo decía, qué existe en la imagen,
“tomar posesión de ella” en palabras del propio autor. Indudablemente a estas premisas teóricas debía unirse una calidad técnica que logró de forma magistral en todos los formatos e independientemente del uso del blanco y negro o el color.
Tras la retirada de la actividad pública, Alfredo Sanchis continuó produciendo fotografía hasta la etapa final de su vida sin interrupción. La serie de fotografías sobre el macizo del Caroig resulta por ello muy importante para documentar la trayectoria de este autor, pero además es una muestra de su inteligencia ya que asoció dos de sus pasiones, la naturaleza y la fotografía en un ejercicio pleno de contextualización.
Era imposible que Alfredo, gran excursionista, infatigable caminante en la naturaleza y conocedor de los paisajes valencianos, no hubiera enfocado su atención en enlazar esos paisajes, salvajes o humanizados, con su capacidad de centrar nuestra atención en detalles concretos. Por ello, en numerosas fotografías de esta serie aplicó su particular técnica del retrato a casas y masías, capturando bajo su personal mirada un mundo ya perdido.

LAS FOTOGRAFÍAS.
El conjunto de 374 imágenes que constituyen esta serie se realizó entre la primavera de 1987 y el final de 1988. De algunas no disponemos de la fecha exacta, en otros casos, la ubicación es dudosa. Todo ello se refleja en la base de datos que acompaña a la serie fotográfica y que se ha realizado para una mejor orientación de los investigadores y amantes de la fotografía que es a quien va dirigida la muestra. Se han sistematizado las fotografías de acuerdo con un criterio cronológico y no geográfico. La razón radica en que entendemos que el conjunto tiene una gran homogeneidad temática. Se centra en los diversos territorios de las sierras del Caroig abarcando términos municipales muy diversos,
Ayora, Enguera, Moixent, las localidades del Canal de Navarrés y también de la Vall de Cofrents se unen a las de la cabecera del corredor del Cànyoles en La Costera creando un todo armónico, un conjunto paisajístico diverso pero con elementos comunes que dan sentido a nuestra clasificación.
El autor tenía entre 57 y 58 años cuando las realizó. Su acceso a los territorios del interior sur valenciano tuvo su origen en su curiosidad innata, la misma que cuando tenía 30 años y se presentó al primer concurso. Utilizó diversas cámaras para el trabajo, en su origen todas las imágenes se realizaron en diapositiva. Posteriormente se digitalizaron todas las diapositivas en el Museu de Belles Arts de Xàtiva. Papel destacado el de este trabajo para la recuperación y el mejor conocimiento de paisajes humanos, naturales y de un fotógrafo
valenciano nunca justamente valorado. Los valores artísticos transmitidos por estas imágenes conducen en ocasiones a lo onírico, en otras, destacan los realismos de texturas y materiales, en todas, el arte y la visión personal de uno de los mejores fotógrafos valencianos de la segunda mitad del s. XX, pero además, esta serie constituye un documento de gran valor a disposición de los investigadores de nuestro pasado, de la vida, la arquitectura y la cultura material de uno de los territorios menos conocidos de Valencia.

Dulas Alfredo Sanchis
Jaime Piqueras

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