Artículo de Opinión: LA LISTA MÁS VOTADA

Artículo de Opinión por: Jorge Herrero Montagud

Navegando por internet, de repente me ha llamado la atención una noticia de un medio digital que reproducía unas declaraciones de una estudiante de Ciencias Políticas, en las que enviaba un mensaje a Alberto Núñez Feijóo acerca de esa reivindicación del líder popular sobre la prioridad que debería tener la lista más votada en una investidura del futuro presidente del gobierno. Es claro que esa ventaja que reclama el Partido Popular no deja de ser un deseo, dado que al respecto no hay nada reglamentado. Mariano Rajoy durante su mandato en 2014 intentó aprobar una propuesta de reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral para que gobernara la lista más votada, incluso se presentaron mociones en los ayuntamientos para que apoyaran dicha reforma. Aquella propuesta pretendía que en las elecciones municipales de 2015 se aplicara ya, aunque tras intentar negociar con el recién nombrado Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, no se llevó a cabo.

Volviendo al mensaje que he mencionado al principio, la estudiante de Ciencias Políticas recuerda a Feijóo que esa premisa no está contemplada dentro del sistema parlamentario español, por lo que supondría un incumplimiento que podría superar los límites establecidos. Según argumenta, esa pretensión podría suponer una negación de la representación parlamentaria, además de producir una situación de inestabilidad en la gobernabilidad , dado que el hecho de depender de una minoría parlamentaria pondría en peligro la aprobación de leyes tan importantes como los propios Presupuestos Generales del Estado. Lo define algo así como una negación del derecho a oponerse, algo que incluso contradice uno de los principios del sistema democrático.

Cualquiera puede entender este mensaje de la joven estudiante, y además puede llegar a darle la razón. Otra cosa distinta es el oportunismo al que recurren en demasiadas ocasiones nuestros políticos. Después de las elecciones del 23-J es obvio que el escenario político no es el que auguraban muchas encuestas, y ante la sorpresa, muchos representantes políticos se han dedicado a analizar la situación de forma muchas veces improvisada, con poco criterio e incluso proponiendo alternativas que están fuera del marco constitucional. No se entiende ni la euforia desmedida de unos, ni tampoco la falta de autocrítica de otros.

Esas reivindicaciones en forma de asunción de unos hipotéticos derechos que le otorgan el hecho de ser la lista más votada, no tienen base legislativa alguna y dan la sensación de padecer cierta amnesia política cuando de repente, no recuerdan situaciones recientes en las que el mismo partido que ahora lo reclama, se lo ha negado a otros partidos que en ese momento eran la lista más votada. Es evidente que la representación parlamentaria ha disminuido respecto al número de partidos que han obtenido representación, y que los grandes partidos han aumentado de forma considerable su número de escaños. Pero también es cierto, que ese aumento no ha sido suficiente para que los partidos mayoritarios obtuvieran los diputados necesarios para poder alcanzar una mayoría absoluta, o una representación suficiente que no requiriera el apoyo de determinadas fuerzas minoritarias. Hay que tener en cuenta que esa decisión que tenían que tomar los electores entre los dos bloques, ha provocado que se tenga que volver a negociar la investidura del futuro presidente del gobierno, y es ahí donde las opciones de unos y otros cambian.

Podríamos plantearnos  la legitimidad de determinados pactos, atendiendo a que la consecución de los mismos se tendrían que llevar a cabo tras negociar con determinadas fuerzas anti sistema, que niegan en sus principios ideológicos el propio sistema democrático español. Nos puede parecer más o menos justo, e incluso oportuno, pero de esto va nuestro sistema democrático.

Mucho se habla estos días de Sentido de Estado, de Gobiernos Progresistas y de Bloqueo Institucional. Algo que choca bastante después de las afirmaciones que uno escucha, y que están totalmente huérfanas de esos principios. Ahora parece que es tiempo de estrategia política. A unos se les ve un tanto acelerados, y a otros sin demasiada prisa, demostrando que lo que realmente quieren es causar un escenario de desgaste que allane el camino hacia una investidura que evite ese bloqueo. Tal vez, esa perseverancia tiene más intereses políticos, que verdadero sentido de Estado.

Como decía Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.” Y eso desgraciadamente, es en lo que no piensan nuestros actuales políticos.

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